domingo, 13 de julio de 2014

Quimera



Capitulo 1


Me levanté de la cama de metro veinticinco, era lo más grande que había en el estudio, y fui medio sonámbula hacia el baño.
Mientras vaciaba mi vejiga que había sufrido de nuevo los estragos de beber cerveza con Blake a altas horas de la noche, pensé en todo lo que me esperaba ese día.
Tenía a las doce de la mañana una reunión con Discorphotor, una revista que estaba interesada en comprar algunas de mis fotografiás.
A medio día tenía que ir a comer con mi padre ya que era jueves, y todos los jueves estaba obligada a comer con él en nuestro restaurante preferido.
Por la tarde tenía que salir a trabajar, y ese día había elegido para tomar mis fotos un pequeño y aislado suburbio del que me había hablado Gordon en un par de ocasiones, donde los jóvenes se juntaban pretendiendo ser vampiros y hombres lobos y se divertían en los garitos ambientados con esa temática.
A mis veintinueve años todavía me sorprendan las tonterías que hacía la gente para pasárselo bien.

Mientras me dirigía a mi preciosa y nueva cafetera para recoger el café que muy obedientemente había hecho ella sólita a la hora que se le había programado, sonó el timbre de la puerta.
Miré el reloj extrañada, eran las siete de la mañana, descarté a mi padre, a Blake, que todavía estaría durmiendo la mona y a Mary, que acabaría de salir de su turno como enfermera en el hospital y estaría girándole a Blake por emborracharse. Teniendo en cuenta de que nadie excepto esas personas y el detective Gordon, sabían donde vivía, solo quedaba una opción aparente.

  • Buenos días detective – dije nada más abrir la puerta. Todavía llevaba puesto un precioso y lindo pijama de ositos amorosos que me había regalado Mary por Navidad.
  • Buenos días – dijo el hombre rechoncho mientras sin invitación ninguna se colaba en mi casa. Antes de que cerrara la puerta tras él, alguien más la detuvo y estuve a punto de utilizar mi fuerza para cerrarla cuando la voz del detective me avisó – déjale pasar, es mi novato – un joven de más o menos mi edad entró escrutándome con la mirada, su pelo negro azabache y sus ojos azul oscuros me atraparon por un segundo que se me antojó interminable, hasta el momento en el que recordé lo que todavía llevaba puesto y que ni siquiera me había peinado
  • ¿No había otro momento para venir? – regañé al detective mientras pasaba velozmente hacia el baño donde me vestí con rapidez sobrenatural, literalmente, y me peiné mi liso y corto pelo moreno.
  • Tengo a un tipo muy extraño, creemos que esta implicado hasta las cejas en un caso de prostitución donde hace dos noches asesinaron a una de las chicas en Queens – explicó Gordon mientras yo salia del baño, con unos ceñidos vaqueros y una blusa negra.
  • ¿Café? - pregunté a ambos que se habían sentado en la barra de la cocina.
  • Si, por favor – Serví mis mejores expresos como si fuera una barista profesional y después me senté frente a ellos con mis cereales infantiles con nubecitas y mi tanque de café con leche. Cogí mi habitual pastilla de hierro y me la tomé con un gran vaso de agua, se había convertido en un hecho tan natural que muchas veces no recordaba si la había tomado o no y en algunas ocasiones había llegado a tomarla dos veces. Desde niña padecía falta de hierro en la sangre que venia a traducirse en una fuerte anemia.
  • Él es el detective Christopher Cole, mi adjunto hasta que me jubile – me presentó Gordon. Le tendí mi mano y el la estrecho sonriéndome. El tipo tenía una sonrisa de los más seductora – Ella es Norah Blow, es una especialista del lenguaje corporal, es como un polígrafo andante – Ambos sabíamos que eso no era cierto, pero el detective hizo algunos chanchullos para conseguirme un titulo que pudiera acreditar y justificar mi presencia en un interrogatorio. El detective nunca jamas había preguntado el como o el por qué de este don y yo le había agradecido el silencio sobre ese tema con mi ayuda gratuita en casos de necesidad.
  • Encantada detective Cole – dije sonriendo, luego volví la vista hacia Gordon - Necesitas que le eche un vistazo ¿no? - pregunté después de ingerir la tercera cucharada sopera de cereales.
  • Si. llevamos toda la noche interrogándole y no conseguimos que se rompa, sigue fiel a las mismas palabras que ha dicho desde un principio, pero todos sabemos que esta de mierda hasta las cejas.
  • O, pues vayamos abajo – les dije dejando mi tazón en el fregadero y cogiendo mi bolso del perchero. Ambos hombres esperaron a que cerrara con llave la puerta y fuimos a la comisaria.

Cuando digo que esta justo debajo de mi casa no exagero, es que el despacho del capitán Murdok esta justo debajo de mi salón-dormitorio-cocina.
Vi algunas caras nuevas entre los agentes y tomé nota mental para preguntar el porqué de la renovación de plantilla.
Sabía que el detective Cole no apartaba sus ojos de mi, pero como era algo bastante habitual no le dí demasiada importancia.
No era nuevo para mi que los hombres se sintieran algo atraídos hacia mi, imaginaba que era también algo relacionado con mis dones.
Me gustaba pensar que mi madre era igual que yo, y que ella me hubiera instruido y me hubiera dicho o explicado porque yo era diferente a los demás. Cada vez que le preguntaba a mi padre sobre ella, él siempre se ponía como loco, incluso había destruido todas las fotos, todas excepto una que yo tenía a buen resguardo en mi diario.
Mi padre me amaba muchísimo y sabía que las cosas que hacia no eran para hacerme daño, por lo que lo había dejado correr, ademas no había encontrado nunca a nadie como yo, por lo que ¿Por donde podía empezar a buscar?

Gordon y yo nos habíamos conocido de una manera de lo más ridícula y extraña, pero desde entonces siempre había estado allí para ayudar en lo necesario, siempre desayunábamos juntos los sábados en los que le tocaba hacer guardias, era un lobo solitario, pero era feliz dentro de su soledad, por lo que nunca le había presionado sobre su vida privada al igual que él tampoco me había presionado a mi, al contrario que mi padre quien estaba deseando casar a su hija con un buen abogado o economista de la ciudad.

Una noche en un bar yo estaba completamente borracha, había salido a beber sola en uno de los pocos arrebatos de soledad que me daban y allí estaba el cincuentón de Gordon intentando sonsacarle a un compañero algo sobre la destrucción de pruebas y su colaboración con una banda armada.
Yo me senté a su lado y mientras Gordon preguntaba yo me reía como cual borracha y decía “verdad” “mentira cochina” y así sucesivamente.
Gordon que no era tonto comenzó a hacer preguntas privadas de las que sabía la respuesta y se dio cuenta de que no fallé ni una, y desde ese momento nos hicimos socios, aunque todavía no sabía exactamente que obtenida yo de esa extraña asociación.

El sospechoso estaba en la sala de interrogatorios a la que yo ya había acudido más de una vez. Pasé por la puerta del capitán a quien saludé con un asentimiento de cabeza y me crucé con la princesita del departamento, Lesly una chica menuda, con mucho carácter y divertida, había coincidido con ella varias veces comiendo en el bar de la esquina, la dirigí una bonita sonrisa que ella correspondió de inmediato.
Luego ella, el detective Cole y yo nos quedamos detrás del espejo unilateral mientras Gordon pasaba a la sala para interrogar al sospechoso.

  • ¿Mataste tú a la chica del callejón, a Meredith Tokin? - preguntó con su inflexible voz de poli malo.
  • No, yo no la mate ¿Cuantas veces quieren que se lo repita?– contestó el sujeto que no teníamas de treinta años y parecía un indigente.
  • Es verdad, él no la mato, pero sabe quien lo hizo – le soplé a Gordon por el pinganillo. El detective Cole se quedo mirándome con suspicacia. Había algo en su mirada que me hacia desconfiar, había algo oscuro en él, pero también había algo familiar en sus ojos, como si no fuera la primera vez que los había enfrentado.
  • ¿Sabes algo sobre Nathan Mills?
  • No, no se nada de él tío, a mi no me metáis más en esta movida – el chico palideció al oír el nombre de Nathan.
  • Miente, sabe mucho mas.
  • Vaya, eres genial – dijo Lesly completamente alucinada.
  • Muchos estudios – mentí yo.
  • ¿Qué sabes sobre él?¿Esta implicado en el crimen? - Le gritó Gordon perdiendo los nervios.
  • No lo sé, solo sé que es un tipo de lo más peligroso y que prefiero pudrirme en la cárcel antes de hablar en su contra.
  • Verdad, el tipo dice la verdad sobre pudrirse en la cárcel.
  • ¿Qué os pasa cuando os descontroláis en esas fiestas en las que os disfrazáis de monstruos? ¿Bebéis sangre? - la pregunta de Gordon me dejo perpleja.
  • Solo nos divertimos, nadie sale herido – contestó tartamudeando.
  • Dice la verdad – reconocí.
  • Son Vampiros y demonios de verdad... no es ninguna broma – confesó mirando hacia todos los lados. ¿A quien pretendía ver en una sala cerrada?
  • Dice... la verdad – contesté perpleja ¿Vampiros y demonios? - o al menos él cree que si que son reales, aclaré a mi interlocutor.

No consiguieron sacarle mucho porque el tipo decidió que estaba mucho más guapo callado, por lo que no abrió el pico ni una sola vez mas.
Gordon paso a la sala donde nos encontrábamos su novato y yo, Lesly le saludó con la cabeza y se marchó.

  • No podemos retenerlo más tiempo no hay pruebas tangibles – dijo el detective Cole mirándome a mi. Si, con esa miradita dejaba claro que desconfiaba de mi habilidad, menos mal que no sabía que en vez de científica era sobrenatural - de que este encubriendo a nadie – prosiguió.
  • Lo sé, ya les he dado orden a los muchachos para que le suelten, pero le he puesto vigilancia al menos por estas próximas doce horas.
  • ¿Puedo marcharme ya? - pregunté contenta, pensaba que me iba a tirar allí al menos la mitad de la mañana.
  • Claro que si, de nuevo muchas gracias por tú ayuda – dijo el detective Gordon sonriéndome. La mayoría de la gente de su comisaria solo le habían visto sonreír cuando estaba conmigo.
  • Señorita Blow, espere un momento – gritó desde detrás mio la voz del novato. Me detuve justo un paso antes de salir de la comisaria y el chico me alcanzó en tres zancadas.
  • Dime – pregunte con mi precioso rostro lleno de escepticismo y desconfianza. Ese tipo no me daba buena espina.
  • ¿Piensas que es tan fácil esconder lo que eres? Tú no eres humana – soltó a bocajarro dejándome completamente paralizada. Di un paso hacia atrás y le miré aterrorizada, sentí como algo erizaba la piel de mi nuca y vi sus ojos antes azules brillar rojos como la sangre.
  • ¿Qué demonios? ¿Cómo... - no me dio tiempo a preguntar nada, simplemente estrecho los ojos con escepticismo y me lanzó una media sonrisa llena de maldad.
  • No sabes ni lo que eres... que gran reto – dijo más para si mismo que para mi, después simplemente se dio la vuelta y se marcho hacia su escritorio.


Vale, lo que había pasado en la comisaria me había dejado completamente desconcertada, yo sabía que algo en mi no andaba demasiado bien, sabía que mis habilidades eran un tanto sobrenaturales y había contemplado siempre la posibilidad de que alguien más fuera como yo, pero ¿tenerlo tan cerca? ¿Corroborar esa certeza tan de golpe? Mi cabeza iba a explotar.
Me dirigía con reticencia hacia mi reunión de las doce en la otra punta de la ciudad, tenía que hacer varios trasbordos en el metro y tomar un autobús. Mis pies y manos lo hacían todo automáticamente, mi cabeza seguía dándole vueltas a lo mismo.
No había tenido demasiados amigos, de hecho no tenía ninguno a parte de Blake, mi padre siempre había procurado tenerme alejada de la gente por miedo a que descubrieran lo que podía hacer, pero eso se había terminado, estaba cansada de todo ese rollo, estaba harta de mantenerme en las sombras, a partir de ese momento iba a hacer lo que tenía que haber echo hace mucho tiempo, iba a enfrentar a mi padre por primera vez en mi vida y no iba a salir de su casa sin una respuesta.
Había más gente como yo y tenía que averiguar quienes eran.


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Quimera






Prologo


Todos los días de mi vida eran exactamente iguales, no había nada interesante en la enorme y estresante gran manzana, o al menos nada de eso me sucedía a mí.
Lo único fuera de lo común era cuando el detective Gordon pasaba por mi casa para pedirme ayuda con alguno de sus sospechosos.
Yo tengo un don, uno muy particular. Soy capaz de detectar si alguien miente o no con una fiabilidad del cien por cien.
Mi padre un mecánico algo paranoico siempre había mantenido en secreto mis extrañas habilidades, tales como mi fuerza, agilidad y mis increíbles y agudos sentidos.
Si el señor Blow se enterase de que ayudo a la policía utilizando mi don seguramente se moriría de un infarto y nos haría mudarnos a otro sitio.
Me había costado más de un año convencerlo para que me dejara independizarme. Realmente solo vivo a tres calles de distancia de nuestro viejo apartamento, pero él sigue insistiendo en que le llame todos los días al llegar a casa.
Es un hombre muy sobre-protector, soy su única hija y mi madre murió al darme a luz, desde entonces solo hemos estado él y yo.
Bueno, realmente solos no hemos estado, Blake Peterson y su madre Mary también nos habían acompañado a lo largo de nuestra vida.
Blake era mi mejor amigo, había sido también mi primer amor un tanto tardío pues fue a los veintiuno, pero al fin y al cabo mi primer amor, gracias a dios ya olvidado. La madre de Blake era como una tía para mi, los dos vivían en el apartamento de al lado y por eso Blake y yo crecimos siempre juntos.
Blake era un matón desde pequeño, era cinco años mayor que yo y siempre me defendía en la escuela y el instituto, era algo así como mi guardaespaldas.
Al mudarme sola a un pequeño estudio todos sintieron que la unidad se rompía, pero necesitaba respirar, necesitaba vivir sola por mis medios.
Mi pequeñísimo estudio de poco más de cuarenta metros cuadrados estaba justo encima de la comisaria, algo que mantenía tranquilo a mi padre ¿Quien demonios tendría narices de robar en el edificio de la comisaria? Los cacos no eran tontos, había miles de sitios donde cometer sus fechorías, de hecho yo visitaba muy a menudo los suburbios donde éstas se cometían, soy fotógrafa urbana y hago fotos a todos y cada uno de los rincones de Nueva York.

Esa mañana lucia tranquila, pero algo en el aire me avisaba de que ese día sucedería algo que me cambiaría la vida para siempre.